martes, noviembre 22, 2011

Ay! Carmela de Sanchis Sinisterra


 
(…)Pero igual que combatimos,
Rumba la rumba la rumba la.
Prometemos combatir,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!


En la vida como en el teatro, todos alguna vez, nos enfrentamos a situaciones en las cuales tenemos que elegir quienes somos y demostrarnos a nosotros mismos el valor que le damos a nuestra vida y a nuestras ideas. En Ay! Carmela, sus personajes puestos en el límite que representa un frente de guerra, por demás fraticida como es una guerra civil, exponen su apego a la vida y su apego a los sentimientos que provocan lo que se piensa sobre la vida y sus valores; en ese marco la dualidad entre Paulino y Carmela, estalla en la decisión final de la actriz de variéte, donde lo que siente le gana a la lógica de la supervivencia. Hasta allí el concepto, por otra parte, el marco histórico de una España dividida también entre nacionales y republicanos, punta del iceberg del enfrentamiento entre fascistas y comunistas, que asolará el mundo, campo de prueba entre dos maneras políticas de ver y sentir, que llevará a las personas a la frontera de sí mismos, y que aún hoy es una historia irredenta. La puesta en el teatro La Mueca  en el cuerpo y la voz de Belén Santos y  Adrián Venagli, nos hace revivir de manera efectiva en dos niveles la tragedia histórica. El trabajo con el cuerpo, los recursos gestuales, que aparecen en el momento del recuerdo, cuando a través del flash back, Paulino vuelve al relato, exponen con acierto las técnicas de aquellas compañías que recorrían los pueblos para ganarse el puchero. La precariedad obligada de la situación, sólo resalta la precariedad con que aquellos actores se movían por los caminos. Luego cuando se establece un diálogo entre dos, entre el vivo y la muerta, la actuación toma otro registro, más íntimo donde prima la palabra y su entonación; donde aparecen el amor, el miedo, el recuerdo, la soledad. La dirección de Laura Cuffini,  fiel a la idea del dramaturgo, apuesta a un doble salto cuando en el teatro de la guerra, dos histriones, dos cómicos de la legua que se ganan la vida con una rutina sencilla pero provocadora, suman una puesta sobre otra para dar cuenta de la fragilidad de una profesión, y de la fragilidad de la vida. En otro nivel, más intimista, la relación de Paulino y Carmela es una historia que se mueve al ritmo que otros marcan, como si un director fuera de escena se adueñara de sus acciones, para demostrarnos que abajo del escenario también nos movemos como piezas de un tablero, pero que esta vez no podemos controlar. Sanchis Sinisterra, se pregunta en la voz de sus personajes, sobre el valor y sobre la existencia de un ser superior que permite tanto dolor, dónde está ese Dios que no detiene a quienes en su nombre son capaces de las mayores atrocidades, y lo hace teatralmente cuando Carmela vuelve de un supuesto cielo y le narra a un Paulino sorprendido, que los santos adorados no están en ninguna parte para darles la bienvenida. El texto dramático plantea la yuxtaposición de distintos elementos, de diferentes sentimientos y emociones que se contaminan –risa y llanto, valor y cobardía, amor y odio, vida y muerte,…- y el texto espectáculo crea este clímax laberíntico. En la utilización del espacio lúdico en todo su volumen, en los distintos niveles, donde el espacio y el tiempo a veces parecen quedar detenido, como en un “entre dos” aparece el espectro de Carmela y el recuerdo se actualiza. Tiempo-espacio retrospectivo, donde el protagonista en su intento por escapar de su presente se aferra a ese tiempo otro. Así el juego de luz-sombra y el lienzo liviano por donde la figura femenina ingresa al mundo de los vivos. Así las paredes negras del espacio de la sala que contribuyen a crear el mundo opaco y claustrofóbico de Paulino. El rojo para las pesadas telas de las cortinas del viejo teatro o para adornar el balcón en tiempos de amor y de lucha, rojo también en determinadas escenas para Carmela, el rojo de la bandera republicana, rojo de sangre y de amor. La pasión por los ideales a flor de piel, porque a través del cuerpo de los actores el texto dramático se corporaliza y adquiere otro espesor, se hace tiempo y espacio, mientras el público queda atrapado en una suerte de memoria colectiva. Teatro dentro del teatro, la ilusión de la vida después de la muerte, la muerte de Carmela nos llena de vida porque no sumerge en el mundo mágico de sus ideales, tanto en el ámbito privado de artistas como en el ámbito público de republicanos. Tanto en la vida como en el teatro.


Ay! Carmela1
de Sanchis Sinisterra. Elenco: Adrián Venagli, Belén Santos. Asistente de dirección: Eliana Marte. Diseño de luces: Roberto Traferri. Vestuario: Beatriz Di Benedetto. Música original: Sebastián Irigo, Javier López del Carril. Escenografía: Aquino- Candia- Menchaca. Coreografía: Karina Kogan. Fotografía: Nicolás Colombo. Realización de vestuario: Fátima Macera. Operador de luces: Damián Giangrasso. Dirección e impresión de escenas: Laura Cuffini. Teatro: La Mueca.


1 ¡Ay, Carmela! es una obra de teatro de José Sanchis Sinisterra escrita en 1986 y estrenada en noviembre de 1987 bajo la dirección de José Luis Gómez, quien también interpretó el papel de Paulino. Por su parte, Verónica Forqué estrenó el papel de Carmela. Es también una película española dirigida por Carlos Saura, que ganó el galardón de Mejor Película de la V edición de los Premios Goya. La base de la película es el libro de José Sanchis Sinisterra. El título del film hace referencia a una canción popular del pueblo durante la Guerra Civil española.
A continuación transcribimos la canción popular republicana y una actual que se pregunta por el personaje de la canción:

El ejército del Ebro,
Rumba la rumba la rumba la.
El ejército del Ebro,
Rumba la rumba la rumba la,
Una noche el río pasó,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!

Y las tropas invasoras,
Rumba la rumba la rumba la.
Y las tropas invasoras,
Rumba la rumba la rumba la,
Buena paliza les dio,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!
Buena paliza les dio,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!

Pero nada pueden bombas,
Rumba la rumba la rumba la.
Pero nada pueden bombas,
Rumba la rumba la rumba la,
Donde sobra corazón,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!
Donde sobra corazón;
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!

Contraataques muy rabiosos,
Rumba la rumba la rumba la.
Contraataques muy rabiosos,
Rumba la rumba la rumba la,
Deberemos resistir,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!
Deberemos resistir,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!
Pero igual que combatimos,
Rumba la rumba la rumba la.
Pero igual que combatimos,
Rumba la rumba la rumba la,
Prometemos combatir,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!
Prometemos combatir,
¡Ay, Carmela! ¡Ay, Carmela!

Batalla del Ebro, 1938. 100.000 muertos de uno y otro lado. Los soldados republicanos rescatan del olvido el himno que los guerrilleros españoles entonaban en 1808 contra los soldados de Napoleón  acantonados en España. Ahora se erige como un canto a la liberación del pueblo español de la tiranía fascista, que amenaza apoderarse de todo el país. Y Carmela parece ser la destinataria y responsable de denunciar las atrocidades del bando rival.

¡Ay Carmela!
¿Quién se acordaba de ti
en la batalla del Ebro?
¿Quién serías tú, Carmela,
cantada en la voz del pueblo?
¿Qué miliciano te amó
y fue dueño de tu cuerpo?
¿Quién se acordaba de ti
en la batalla del Ebro?
Ay Carmela, ay Carmela…
¿Dónde has estado, Carmela,
oculta todo este tiempo?
¿Por qué se calló tu nombre
y se enterró tu recuerdo?
¿Qué ha sido de ti, Carmela,
en medio de este silencio?
¿Dónde has estado, Carmela,
oculta todo este tiempo?
Ay Carmela, ay Carmela…
¿Estás viva todavía
o te has muerto en el destierro?
¿Pudiste escapar entonces
o te quedaste aquí dentro?
Preguntas y más preguntas
que se va llevando el viento;
el mismo viento que entonces
desordenaba tu pelo.
Ay Carmela, ay Carmela…
¡Ay Carmela, la de España!.
¡Ay Carmela, la del Ebro!
Tu delito fue soñar
y despertar de aquel sueño.
Pero tu nombre ha quedado
en la canción de tu pueblo.
¡Ay Carmela, la de España!.
¡Ay Carmela, la del Ebro!
Ay Carmela, ay Carmela…
letra: Jesús Munárriz
música: Luis Eduardo Aute
canta: Rosa León

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