sábado, abril 21, 2012

Guardapolvos de Tamara Kiper



Tamara Kiper en Guardapolvos  nos demuestra que no se puede llevar adelante ningún relato lineal, cuando la historia que se necesita narrar tiene elipsis, puntos oscuros, agujeros negros que la horadan y que la palabra no puede suturar. La puesta por eso trabaja desde la fragmentación y la simultaneidad de hechos que enlazan el pasado y el presente, en un intento desolado de explicar lo que inexplicable; de llenar los espacios vacíos de la memoria y del corazón. Al ingresar a la sala a través de un placard, los espectadores entramos también en ese mundo encerrado, claustrofóbico del silencio obligado, del miedo y la búsqueda desesperada; y allí en ese espacio que presenta los objetos propios de una casa: una cama, una mesa, el placard ahora cumpliendo su función específica, las mujeres, niñas adolescentes y adultas, las tías, la madre, van reconstruyendo a través del dolor y la bronca, los pequeños momentos felices de la infancia, las circunstancias de la pérdida. Teatro documental que no sólo relata una historia colectiva sino que tomando la parte por el todo nos sumerge en la intimidad del relato uno y lo despliega en las voces y los cuerpos de cada una de los integrantes de la familia del médico desaparecido en 19771. Juegos que marcan una etapa sin fantasmas ni duelos, momentos que intentan la vida sin memoria, y finalmente el lugar de la búsqueda y la verdad, la necesidad de hablar, preguntar y exigir una reparación. Los personajes son encarnados con un muy buen registro de actuación,  que construye el pasado, el presente, y el momento infinitamente actualizado de alguien que vigila, y que es visto una vez y cuya ausencia es la consecuencia de la desaparición de su objetivo. Memoria individual, memoria colectiva, silencios, ausencias, y presencias vivas en el recuerdo de los que nunca van a dejar de estar, presos en la espiral de un tiempo detenido por la violencia de Estado, y la necesidad de los suyos de no olvidar para seguir con la investigación que devele la verdad, que acerque el cuerpo a su destino familiar. Al ingresar a la antesala el espectador se encuentra con los objetos caros a la figura de Kiper, su guardapolvo, fotos familiares y hasta un pequeño plato de aceitunas que le gustaba comer mientras tomaba mate; el clima de esa presencia /ausencia ya ha sido creado y al atravesar el placard pleno de ropa, y ubicarse en la platea, la sensación de formar parte de ese mundo privado es tan fuerte que provoca golpe a golpe emociones que a veces no pueden contenerse y se produce el llanto. La ropa, los objetos que comprueben la identidad, forman parte de ese universo femenino que carga la responsabilidad de la búsqueda. El lenguaje ejerce una densidad doble al cargarse de lo no dicho, las frases cortadas, las miradas significativas, los gestos repetidos, los lugares que en su cotidianidad son el refugio del guerrero. Tamara Kiper construye el relato individual de su historia y de esta manera ayuda a construir el mapa inacabado de una narración mayor que necesita de cada una de sus líneas para ser conformado en su totalidad.




Guardapolvos Dramaturgia y dirección: Tamara Kiper2. Actúan: Alejandra Carpineti, Gabriela Irueta, Nadia Marchione, Vanina Montes, Julia Montiliengo, Soledad Sauthier. Escenografía: Tamara Kiper. Diseño de luces: Ricardo Sica. Asistencia de dirección: Fabricio Mercado. Producción ejecutiva: Fabio Petrucci. Colaboración artística: Macarena Trigo. Comunicación: Mariana Mazover. Prensa: Marisol Cambre.






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1 Luis Saúl Kiper es el padre de Tamara Kiper, secuestrado en su lugar de trabajo, el hospital donde ejercía sus funciones de médico. “El era médico y en ese instante estaba trabajando en la guardia” afirma la autora. Luis Saúl Kiper nació en Capital Federal el 2 de febrero de 1937 y se recibió de médico en la Universidad de Buenos Aires. Fue muy reconocido como médico, sobre todo por su dedicación a los más necesitados. Esta labor con los que más necesitaban la desempeñaba incluso los fines de semana en la sala de guardia de la Asistencia Pública de Boulogne, situada donde ahora se encuentra el Centro Cívico de esa localidad. Y justamente en ese centro asistencial fue detenido forzadamente el 30 de julio de 1977.

2 Tamara Kiper comenzó su carrera teatral en el sótano del colegio Mariano Moreno con sus compañeros Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir. Desde entonces continua su formación artística creando y participando de lo que hoy es Timbre 4, el mismo lugar donde estrena “Guardapolvos”, su  opera prima como dramaturga y directora pero que, además, plantea un desafío con su historia personal. Entre su formación se destaca el entrenamiento  vocal, la danza clásica, contemporánea y afro con formación en la Escuela de danzas María Ruanota. Realizó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. También estudio teatro, entrenamiento corporal, vocal y clown con Guillermo Angelelli, Verónica Oddó, Thomas Leabhart (discípulo de Decroux), Gabriel Chamé, Cristina Martí, Lilo Baur (teatro de la complicité). Desde el año 2006 recorre distintos continentes como actriz en las obras “La omisión de la familia Coleman” y “El viento en un violín”, ambas escritas y dirigidas por Claudio  Tolcachir. (extraído de la gacetilla entregada en el teatro)












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