lunes, julio 23, 2012

La historia del señor Sommer de Patrick Süskind




Un doble placer fue asistir a la puesta que el grupo (H)umoris Dramatis1 ofreció este martes de julio: la calidad del trabajo ofrecido por Carlos Portaluppi y Guillermo Ghio y el teatro donde se produjo el acontecimiento, la sala recién re- inaugurada del Teatro El Picadero. Estar sentadas en ese espacio, emblemático para la historia más reciente de nuestro teatro, después de tantos años de tener sus puertas cerradas, y de los vanos intentos de recuperar la sala, era un plus de emoción, un estado espiritual diferente a otros momentos y a otras instancias. El Teatro del Picadero nace del proyecto que Antonio Mónaco y Guadalupe Noble pensaron a fines de los setenta, (en el espacio donde había funcionado una fábrica de bujías en 1926)2 de crear un teatro diferente al tradicional espacio a la italiana. De esta manera, el 21 de julio de 1980, inauguraron en aquél edificio la sala con La otra versión del Jardín de las Delicias, inspirada en La máscara de la muerte roja, de Edgar Allan Poe. Un año después, fue la sede del movimiento de resistencia teatral, Teatro Abierto, y luego de una semana de presentar las obras que formaban el ciclo, sufre la provocación de un incendio que cerraría sus puertas por veinte años. Ya que volvió a funcionar como sala teatral recién en 20013. Allí, en ese escenario, el actor dio lugar a un monólogo, cuasi –diálogo con el público, a quien fue introduciendo desde el juego en un relato de doble sentido; el relato que da nombre a la pieza, y el otro el que está por detrás de aquel o lo justifica, o tal vez vice- versa. ¿Cuál es la historia que quiere narrarnos Süskind4, la del infatigable señor Sommer, o la del hombre que nos cuenta su vida a través de los momentos en que el destino lo cruza con él?, ¿Cuántos relatos encierra un relato?, ¿Qué valor tiene en nuestra vida lo no dicho, aquello que guardamos celosamente para nosotros, y que no compartimos, como un tesoro que sólo nos pertenece? La cercanía del actor en el proscenio, los movimientos por un espacio donde cada objeto guarda su necesidad para la historia, la calidez de la voces que iban sumando la risa, la emoción, la tristeza, la nostalgia a las sensaciones de un espectador atento, captado por la figura que se desplazaba coreográficamente por el escenario, y que provocaba con sus movimientos las imágenes creadas desde la palabra. La buena conjunción de ésta, con el sonido de extraescena y la iluminación, producen el volumen, la profundidad de una historia bien contada. En el amplio espacio escénico, en semicírculo, hay pocos elemento – una escalera, un sillón, tarros de pinturas, restos de nylon,… - pero de un viejo arcón parece surgir el “genio” que nos va sumergiendo en un relato de vida, y a partir del cual cada simple elemento adquiere “vida” propia. Un viaje hacia la inocencia de la niñez, un pequeño avioncito es la llave para este recuerdo que Carlos Portaluppi dirige con profesionalismo. Con una subpartitura, fruto de su larga trayectoria artística en los diferentes medios, lleva al espectador a reconocerse en algún intersticio del texto dramático. Sus tonos, sus desplazamientos y sus gestos asumen una corporalidad generada a partir de un tiempo interior. El espacio real representado podría ser una habitación en refracción pero es el espacio virtual representando el que surge con más intensidad a través del arte de contar pequeñas historias. Por ejemplo, al inicio:

En la época en que aún me subía a los árboles —hace mucho, mucho tiempo, muchos años y décadas: yo medía entonces poco más de un metro, calzaba zapatos del veintiocho y era tan ligero que podía volar —no, no es mentira, yo entonces podía volar (…)

O casi al finalizar el hecho teatral y mientras resuena el mismo tema musical del comienzo: 

Y el murmullo se hacía más claro y más fuerte, y yo oía la voz del señor Sommer que decía con insistencia: ¡Bueno, pues déjenme en paz de una vez! ¡Déjenme en paz de una vez…! (…)[5]

Ese cuasi – diálogo que se genera entre el actor / personaje con el espectador responde, siguiendo a Karina Mauro, a que: 

(…) el actor tiene que responder a muchas circunstancias durante la función teatral y no sólo a la porción de sentido que implica la acción narrativa a representar. Es necesario, entonces, un relato más abarcador que el personaje. Si bien éste constituye un relato que da sentido a la acción en escena, abarca sólo una parte de todo aquello que se encuentra presente en la situación de actuación. El personaje se limita tan sólo a lo representado o a aquello a representar, ignorando los aspectos profesionales, técnicos, contextuales y circunstanciales del momento de la Actuación. (2011: 123)

Esta puesta en escena de La historia del Señor Sommer permite al espectador un recorrido especial, desde lo público a lo privado, desde la memoria colectiva con la re-apertura de El Picadero a nuestra memoria individual, pues quién no tiene un pequeño juguete o, mejor dicho, un pequeño secreto de la infancia.


 








La historia del Señor Sommer de Patrick Süskind. Adaptación escénica de Guillermo Ghio. Actuación: Carlos Portaluppi. Vestuario: Peonia Veloz. Espacio escénico y selección musical: Guillermo Ghio. Realización Banda sonido: Julián Rur. Iluminación: Adriana Antonutti y Pablo Armentano. Foto: Gianni Mestichelli. Traducción: Ana María de la Fuente. Asistente de Ensayos: Susana Pérez. Asistente de dirección: Norberto Portal. Dirección General: Guillermo Ghio. Teatro El Picadero.












Mauro, Karina, 2011. “Hacia una comprensión Técnica de la Actuación” en La Técnica de actuación en Buenos Aires. Elementos para un Modelo de Análisis de la Actuación Teatral a partir del caso porteño. Tomo I. Buenos Aires, Tesis de Doctorado Inédita: (120-127)






1 (H) umoris Dramatis se formó en el año 1999, para cristalizar la búsqueda de un lenguaje expresivo y de investigación en el teatro. Está integrado por el director Guillermo Ghio y el actor Carlos Portaluppi. Su primer espectáculo fue El humor después de los 30,  sobre cuentos de Roberto Fontanarrosa que superó las cien funciones. Luego vinieron: Beckett Argentinien, El día que siembre adioses, sobre textos de Jorge Luis Borges y canciones de Atahualpa Yupanqui, El homosexual (o la dificultad para expresarse) de Copi. También producimos la “División Internacional” de (H) umoris Dramatis, participando del ciclo Exilios, en gira por Málaga, Tarragona, Barcelona. Otros de nuestros trabajos los realizamos en el teatro El Nudo, El miembro ausente de Ariel Barchilón, Azul metalizado de Susana Torres Molina, Pedir demasiado de Griselda Gambaro y  El pan del Adiós de Guillermo Ghio. (Programa de mano)

2  El edificio emplazado en el Pasaje Rauch (hoy Pasaje Enrique Santos Discépolo) 1843, fue diseñado en 1926 por el arquitecto Benjamín Pedrotti para ser usado por una fábrica de bujías. Su fachada podría inscribirse en el estilo “Florentino”. Su constructor fue A. Carte. Hacia 1920, Don Armido Bonelli era el representante de las Bujías alemanas Bosch. A causa de la Primera Guerra Mundial, la marca es expropiada por el Gobierno de EE.UU. y pasa a llamarse American Bosch: es por eso que la sigla "AB" y la cara del aviador es el logo que vemos en la salvada fachada. La cara pertenece a "FRITZ", el personaje de un aviador alemán que era el isólogo de la marca germana original. (Geo – teatral)

3 Reconstruido tras el incendio, funcionó durante años un estudio de grabación hasta que en 2001 se intentó recuperarlo como espacio escénico. Así, el 16 de julio de aquel año se reinauguró la sala bajo el nombre de El Picadero, con dirección artística del actor y director Hugo Midón e inversión del empresario Lázaro Droznes, que lo adquirió en 1991. Se presentaron obras que conjugaban teatro y música, pero aquellos eran tiempos difíciles y el emprendimiento no prosperó. El lugar tuvo otros dueños hasta este presente en el que Sebastián Blutrach, exitoso y joven productor teatral lo adquiere y se lanza a la tarea de conservar su fachada, su espíritu; y a la vez proveerlo de la más moderna tecnología para presentar espectáculos de primer nivel. (Geo -  teatral)

4 Patrick Süskind (Ansbach, Baviera, 26 de marzo de 1949) es un escritor y guionista de cine alemán Hijo del escritor expresionista W. E. Süskind, desde 1968 a 1974 estudió Historia medieval y moderna en Munich y Aix-en-Provence. Sus obras giran en torno al aislamiento del individuo en la sociedad, y durante los años 80 colaboró en guiones televisivos. Su primera obra fue un monólogo teatral titulado El contrabajo, estrenado en Múnich en 1981, que en la temporada 1984/85 ofreció 500 representaciones, convirtiéndose así en la pieza de teatro de idioma alemán con mayor duración en cartel y es hoy en día continuamente repuesta en teatros alemanes e internacionales. Pero su éxito llegó con su novela El perfume (1985), traducida a 46 lenguas, entre ellas el latín, rápidamente convertida en un best seller con aproximadamente 15 millones de ejemplares vendidos y convertida en éxito cinematográfico del año 2006 por el director Tom Tykwer, después de que, tras 15 años de arduas negociaciones, Constantin Film asumiera los derechos y costes de desarrollo (aproximadamente unos 10 millones de euros). Otras obras suyas son: La Paloma (1988), La historia del señor Sommer (1991), Un Combate y otros relatos (1996). (Wikipedia) En la actualidad en la cartelera de Buenos Aires, junto a La historia del señor Sommer está  El contrabajo con la actuación de Salo Pasik y la dirección de Jorge A. Gómez.









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