lunes, agosto 20, 2012

Un nudo en la nuca ( Creación Grupal )




La propuesta de Un nudo en la nunca resulta difícil de asir, siendo una propuesta llevada adelante a través del trabajo de investigación desarrollado durante aproximadamente dos años y a partir de la premisa de no utilizar ningún texto sino sólo el cuerpo. En el despojado espacio escénico, los cuatro actores apenas  pronuncian alguna sílaba pero los numerosos y bruscos desplazamientos tienen una lógica interna que escapa a nuestra experiencia espectatorial. “Como un juego de chicos hecho por adultos”[1] y donde el único partenaire posible para cada personaje es una silla, lo que no impide que la situación dramática tenga un dinamismo especial. La explícita violencia que ejerce cada personaje sobre sí mismo, sobre el otro y, en cierto modo, sobre el público puede resultar abrumadora o cómica según la edad del espectador. Porque construye una corporalidad que produce un lenguaje incierto, como si el sujeto cartesiano escindido estuviese invertido: ya no es la supremacía del pensamiento (cogito) sobre la materia corpórea (res extensa), sino que es un cuerpo que se revela contra la racionalidad, contra el lenguaje hablado. Estos cuerpos golpeados y arrojados no son fragmentados pero sí son cuerpos sometidos, alienados, a través del otro y de su mirada significativa que vigila constantemente. Quizá nos sea dificultoso aprehender esta corporalidad provocadora pues los límites son muy débiles entre el actor y su personaje, más allá del esfuerzo y dedicación de cada integrante, y del alto nivel de exposición de los mismos. En nuestra cotidianidad, el cuerpo adquiere cierta transparencia y sólo parecemos tomar conciencia de ese cuerpo cuando surge alguna dificultad (por ejemplo, una enfermedad); pero desde el espacio escénico se nos recuerda que el cuerpo tiene su espesor y su volumen. Esta relación gestual, con su ritmo iracundo da cuenta que, siguiendo a Le Breton, “situar el cuerpo a través de las pulsaciones de la vida cotidiana es insistir en la permanencia vital de las modalidades propias, en el carácter mediador entre el mundo exterior y el sujeto.” (2006: 100). Otra cuestión son los ruidos que producen cada caída o cada golpe al estar éstos amplificados por el parquet de la Sala, pues, como individuos urbanos estamos acostumbrados, en determinados ámbitos,  a no enfrentarnos a la saturación sonora del tránsito, de la publicidad,…. En el teatro, en el cine y en nuestros hogares, nos encontramos resguardados y esta situación nos otorgaría una sensación de seguridad particular y que algún espectador podría sentir invadida. Además, el juego lumínico, en especial al inicio y al finalizar el hecho teatral, remarca la individualización de los cuatro personajes, mientras que el vestuario los sumerge en el anonimato. Con la respiración entrecortada, principalmente desde el espacio lúdico pero también desde la platea, la obra cumple su objetivo: poner en escena el cuerpo como lugar de experimentación, un cuerpo único e indivisible. Y, si buscamos en el título, Un nudo en la nuca, algún punto de anclaje nunca lo encontraremos, nada es azaroso, nada es realidad sino pura ficción.





Un nudo en la nuca de Creación Grupal. Elenco: Ricardo Artipini, Sergio Di Crecchio, Mariano Del Río, Tino Vera. Prensa: Claudia Mac Auliffe. Prod. Ejecutiva: Sebastián Saslavsky. Objeto Sonoro: Lorena Colmenero. Fotos: lamordidafotos@yahoo.com.
Dirección: Claudio Pereira. Centro Cultural Latinoamericana.





Le Breton, David. 2006. “Una estética de la vida cotidiana” en Antropología del cuerpo y modernidad. Buenos Aires: Nueva Visión: 91-119.







[1] Tomado de la entrevista realizada a Sergio Di Crecchio





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