miércoles, octubre 24, 2012

El brillo extraviado de Gustavo Lista


Un escenario en penumbras y la voz en off de Alejandro Dolina dejando correr un relato que será anticipatorio a la trama. Un espacio de playa, mar y arena; una carpa, un cajón que sirve de asiento, los utensilios del mate, el fogón hacia el fondo, y una escalera que define el límite con el muelle. Un espacio bucólico si los hay; en él dos amigos, Chiqui y Perro sueñan. La intriga transcurre de forma trivial sólo atravesada por la forma que cada uno de los personajes tiene de presentarse a sí mismo y al otro; por su exterior bizarro, Chiqui tiene alas de mariposa sobre un cuerpo enorme, y Perro cree ser el zorro de la leyenda televisiva y juega o no tanto, con una seudo-espada que mueve con destreza. Hasta allí parecería ser sólo una historia más de dos locos que sueñan y se engañan dejándose llevar por el delirio de su propio pensamiento sin lograr nunca poner en acción, ni el desborde ni la locura que sus palabras encierran. Pero la textualidad de Gustavo Lista1 va mucho más allá, porque de esa primera y primaria impresión, donde campea el humor que despierta la risa del espectador, se pasa de golpe y sin previo aviso a un acontecimiento que determinará el resto de las acciones, aunque no estén relacionadas con él. Crímenes que quedarán sin develar, otros que serán puestos en evidencia, todo salpicado por la absurda y azarosa vida donde el sentido común deja de serlo. Los actores realizan un muy buen trabajo donde se destaca Ariel Pérez De María en la construcción de Chiqui, un personaje por momentos tierno y por otros inquietante y peligroso. El zorro y la mariposa, irreconciliables por sus deseos y por el espacio que habitan, se obligan por la fidelidad al mismo, a compartir un lugar, un sueño, un destino. Para el autor, todo parece ser una excusa simple para plantear problemas profundos al espectador, como a dónde vamos y para qué fuimos concebidos; de allí la necesidad de incorporar a esa pareja de amigos la figura intranquilizadora del padre de Chiqui; que con su presencia hace que la pieza aborde la otra problemática que produjo la ruptura de una historia y el comienzo de otra, la muerte, el brillo extraviado. Amiga no invitada, pero que no deja de aparecer una y otra vez con diferentes formas y deseos, llevándose consigo la certeza de la realización de los sueños. Quizá, desde el programa de mano, con la figura de una tortuga marina volando, se nos anticipa este mundo incierto, mundo que luego se explicitará en el espacio escénico con el cruce de elementos de distintos géneros y diferentes ejes: el valor de la amistad y de la traición, los tiernos recuerdos infantiles y la fragilidad de la adultez, la muerte inevitable de los seres queridos y la muerte incomprensible producto de la violencia. Al inicio, durante varios minutos no hay discurso verbal ni desplazamientos, sólo el ruido del mar y de las gaviotas, sonidos que irrumpen con fuerza y nos ubican, internamente, en alguna experiencia particular. Las buenas actuaciones logran que a lo largo de la obra, con la inmovilidad, las largas pausas y las miradas hacia un horizonte que se nos oculta,…, la acción dramática vaya mutando del humor a lo absurdo, de lo tierno a lo macabro, sin quebrar el ritmo interno de la obra ni la atención expectatorial. La iluminación recorta y crea, también, el clima de imprecisión, un tiempo y un espacio que parecen estar suspendidos, entre paréntesis, y que sólo el espectador con su actitud voyeurista puede observar a ambos personajes, como esa tortuga que puede volar, buscar el brillo extraviado que los identifica como seres vivos. Si las tortugas son animales arcaicos y misteriosos, con una gran capacidad de adaptación, El Brillo Extraviado permite que el hecho teatral se adapte, misteriosamente, a lo que en cada receptor dispara su imaginación, en el difuso límite de lo real y la ficción.















El brillo extraviado de Gustavo Lista. Voz en off: Alejandro Dolina. Elenco: Chiqui / Ariel Pérez De María; Perro / David Páez; Espectro /Gaby Páez. Escenografía: Paula Picciani. Vestuario: Daniela Marion. FX: Vanesa Giordano. Fotografía: Fernando de Blas. Diseño gráfico: Rodrigo Serrano Gonsebatt. Producción: (Pluscuamperfecto) c/t. Asistencia de dirección: Belén López Marco. Asistente de escena: Natalia Mesía. Dirección: Gaby Páez y Rodrigo Serrano Gonsebatt. Prensa: Silvina Pizarro. Espacio: Teatro El Extranjero.






http://www.elextranjeroteatro.com










1 Gustavo Lista escribe obras teatrales desde el año 2004, cuando estrena “Brazos Quiebran” en el Teatro Belisario con la dirección de Marcelo Savignone; luego escribe y dirige las siguientes obras: “Mondohondo en el umbral de sigomismo (2005)”, “Martinica. La furia del volcán (2006)”, “Allí en las Vegas (2007)” “Santino (2009)” “Bestia de Bestias (2010)”, “El extraordinario incidente del hombre flama (estreno 4/2012)” y “Días que fueron noches (estreno 2012)”. Escribe las obras: “He aquí el hombre (2011)” Dir.: Gabriel Rovito, “El brillo extraviado (estreno 2012) Dir. Gaby Paez, y la obras infantiles “La Aurora ¡Chinita linda si las hay! (2008)” y “Tan Gotan (2010)” dirigidas por Hernan Peña. Como director también realizó la puesta en escena de “Diana Regresa (2011)” de Camila Maurer y “Deceso en 8mm (2005)” del grupo Masdrama. Las obras en que actuó son “El guapo y la gorda (2007)”en el Adán Buenos Ayres “Unísono (2003)” en Belisario “La tempestad (1998/2000/2002)” en teatro San Martín y teatro De la Ribera y “La jabonería de Vieytes (1997)” Teatro Nacional Cervantes. Como Actor improvisador formó parte de la compañía de improvisación Sucesos Argentinos (2000/05) y realiza desde el año 2007 su unipersonal de impro “Gallo Negro Gallo Solo”. Entre sus maestros figuran: Alejandro Acobino - Diana Szeinblum - Igon Lerchundi - Roberto Escobar - Raquel Sokolowicz - Alejandro Catalán - Daniel Casablanca - María Romano – Cristina Moreira – Damian Dreizik – Robertino Granados – Luis Herrera – Carlos de Martino. (Alternativa Teatral)















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