miércoles, diciembre 26, 2012

La niña con cara de Jirafa de Natalia Carmen Casielles




Alicia está seducida por la voz del conejo a quien sigue por extraños laberintos hasta caer en el pozo que la llevara a un mundo desconocido, cruel y maravilloso. Pero Alicia es un personaje dentro de la mirada penetrante de un hombre que construye con las niñas que conoce, aún circunstancialmente, materia viva de su literatura. Alicia1 hará inmortal a su creador y a ella misma, y atravesará los espejos en busca de una vida más real que la realidad: “Es mucho simpática la gente que no existe que la que existe de verdad. Tú no puedes evitar el hecho de existir y me atrevería decir que eres simpática, tan simpática como si no existieras” dice Lewis Carroll; y así le cree, el personaje con el que juega en la puesta la textualidad dramática de Natalia Carmen  Casielles, y el muy buen desempeño de Sol Tester como la pequeña que quiere ser Alicia. Como diría Berger, las mujeres siempre nos miramos con la mirada del otro, es decir del hombre; sea este padre, novio, marido, amante; sentimos  en una sociedad que se nos impone con su ley desde el verbo, la necesidad imperiosa de su aprobación. El texto juega con este concepto también, la pequeña Isabel Standen, se siente diferente porque él, a quien casi no conoce la ve de forma diferente, en el tiempo entre ese tránsito difícil entre la niñez y la pubertad. Niña que se constituye en mujer a partir del doble objetivo, del ojo y de la cámara: “…Un amigo mío, llamado Lewis Carroll, me dice que piensa mandarte un libro. Es un amigo al que ‘quiero’ mucho. Le conozco en el jardín, a menos de una yarda de distancia…cuando te estuve dibujando aquellos acertijos. Me pregunto si lo viste. Tu amigo de quince minutos.”, le escribe a la sorprendida Isabel en su carta que firma con su nombre verdadero, C. I. Dodgson. Las palabras que seducen, y a la vez construyen una tela finísima pero implacable que puede hacer desear a quien las escucha no dejar de ser nunca esa niña registrada en una tarde de quince minutos, desear ser otra que consigue atravesar los espejos que son la sociedad, para lograr ser eternamente la niña deseada; círculo perverso que busca a través de la imaginación construir un mundo donde las posibilidades de lo prohibido no tengan fin. La puesta trabaja con la soledad del personaje en su relato, acompañada por una muñeca alter ego de sí misma, por un mueble múltiple del que sale y entra como un objeto más; y por una iluminación contrastante que sugiere, abandona, y finalmente pone el acento sobre aquello que necesita ser delimitado para surgir diferente del mundo real. Esta gran cajita de música tiene, de esta forma, un plus extra pues no es simplemente parte del dispositivo escénico sino que funciona como el partenaire del personaje. Los niños a sus juguetes preferidos les otorgan vida propia, para ellos no es un objeto más sino un igual. Así, “La niña” interactúa con este otro “personaje”, jugando y buscando en cada recoveco -subiendo y bajando, abriendo y cerrando cajones y puertas. En este entretenerse, por momentos, solo escuchamos su voz desde el interior, pues la imaginería infantil logra la creación de su mundo fantástico. El espacio es el de la infancia, pero la de una diferente atravesada por la dinámica de un adulto que necesita volver a ella una y otra vez, y lo hace en la voz de la niña que desea, sin límite ni control posible. Quizá, este gran mueble opaco al inicio sea el único camino para recuperar aquellos momentos de ese tiempo perdido.  Cuando la dramaturgia se acerca a Carroll, lo hace para centrarse en la figura de Alicia, aquella de todas las niñas fotografiadas por el autor que trascendió la cotidianidad y lo llevó a la fama, en La niña con cara de jirafa, Alicia es el pretexto para hablar de las otras, las que quedaron en el anonimato a pesar de haber tenido el ‘privilegio’ de ser reconocidas por el escritor.






La niña con cara de Jirafa de Natalia Carmen Casielles. Actúa: Sol Tester. Diseño de Escenografía: Marilú Carbó. Asistencia de Escenografía: Rodrigo Pascual. Realización Escenográfica: www.mandarinacriolla.com.ar. Vestuario: La Polilla Imagen & Vestuario. Diseño Sonoro: Pedro Donnerstag. Diseño de Luces: Javier Casielles. Diseño Gráfico: Estudio Pini. Producción: El color de las Jirafas. Realización de Trailer: Maxi Bearzi. Asistencia de Dirección: Sol Pittau. Dirección: Natalia Carmen Casielles. Teatro Independiente Abasto Social Club.










1 Una de las aficiones del escritor, hobby reservado a pocos en su época, fue la fotografía y gracias a ella han podido llegar hasta nosotros los retratos que él realizó tanto de Alicia Liddell, su pequeña musa inspiradora, como de numerosas amiguitas suyas, de Carroll. Porque ésta es otra, la curiosa costumbre que el escritor tenía de establecer lazos amistoso con criaturas de corta edad e invariablemente niñas, a los niños los aborrecía, lo que ha dado pábulo a muchas habladurías en las que se asegura que esa atracción suya experimentada hacia las impúberes, no era sino cierto tipo de desviación sexual que incluso V. Nabokov, menciona con sutil ironía, aunque no podemos negar que Alicia en el País de las Maravillas, o más bien Alice Liddell, unida a sus propias fijaciones infantiles, las de Nabokov, fueran el germen del que naciera posteriormente su no menos célebre LOLITA. (www.ccgediciones.com/Sala_de_Estar/Biografias/Carroll.html )











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