jueves, marzo 21, 2013

La noche del ángel de Furio Bordon


Tres personajes en un espacio escénico con un diseño simbólico en su escenografía de la mano de Nicolás Nanni; láminas colgadas como aves de vuelo detenido con dibujos de niños que presuponen, para quien entienda, el abuso sobre ellos, un piso en damero que remite al juego de ajedrez, a un movimiento de piezas, el que en el juego teatral cada personaje hace para expresarse desde el dolor o el ocultamiento, avances y retrocesos, y sobre todo la corona que en la mano y en su cabeza sostiene el padre, (Federico Luppi); rey en el escenario como actor altamente reconocido, rey en su vida privada donde es el centro del universo de su propia hija. La corona, elemento que nunca abandona, porque dentro de su negación y cinismo permanente, el personaje no deja que nadie le quite ese lugar central de dueño de la situación. Es interesante como el dispositivo escénico refuerza la distancia entre el padre y su hija, la delimitación espacial coloca a cada personaje en su lugar, como los jugadores en su juego, cada uno sabe como moverse pero sin atreverse a cruzar el espacio del otro. Por momentos, el silencio verbal y el silencio visual dan un respiro al espectador, las fisuras en la relación familiar parecen insuperables, demasiados ocultamientos detrás de cada máscara. En el centro del espacio lúdico viejos trastos - una escoba con su pala, un cesto de basura, cajas con recuerdos para tapar otros recuerdos- para negarle al espectador una visión centralizada. La intriga que plantea Furio Bordon, es lineal en lo aparente pero cava en el espectador un abismo al poner en acto y desde las palabras muchas de las situaciones que viven los niños en su relación asimétrica de poder con los adultos. El niño no tiene herramientas para imponer su voluntad en contra de la de sus padres, familiares tan cercanos y necesarios, que son como afirma el personaje del adolescente, (Nehuen Zapata) aquellos únicos responsables de brindarle amor. La denuncia del dramaturgo tiene la brillantez de exponer en un caso el de miles, y sobre todo en poner blanco sobre negro, al dar cuenta de la cadena de abusos que se suceden de generación en generación dentro de familias consideradas respetables. La sexualidad infantil desde la perspectiva freudiana, es discutida por la hija, (Susana Hornos) que necesita encontrar en la teoría científica una explicación satisfactoria a su propia realidad. Acusa con el rencor que no puede sentir por su padre, a un Freud1 cobarde que salva con sus conceptos de la vergüenza a la familia burguesa en desmedro de la infancia, pero que reconoce en privado una verdad que nadie quiere aceptar. Las cartas develan en la intimidad del hombre, lo que la teoría oculta a los ojos del mundo. Los abusos son ciertos, no hay recuerdo fingido, ni perversidad del niño hacia el adulto. Bordon es un dramaturgo, director y novelista italiano, que ha obtenido varios premios con sus obras2, en esta además de la fuerte temática central, la discusión también pasa por la función del teatro, denuncia o entretenimiento, es decir lugar de búsqueda de la verdad, o nube de humo para distraernos – entretenernos de una realidad dolorosa, arriba y abajo del escenario. El padre, actor, vive a través del fuego de la escena la vida de otros, así se permite soslayar el drama que lo envuelve en su pasado y en su presente; la hija que comienza siguiendo el camino del padre, descubre su entera humanidad en la búsqueda incesante de la revelación, por más dolorosa que ésta sea. En el medio de ambos, el ángel cuya sensibilidad le impide aceptar el duelo y se aleja definitivamente de la arena de representación. La temática de la violencia sobre los menores, de todo tipo, que es más habitual de lo que solemos sospechar, atraviesa todas las instancias y las capas sociales, y también tiene como marco un deficiente tratamiento de parte de la justicia.3 Cada personaje tiene una intensidad especial y los actores con ductilidad plantean en escena, en determinados momentos, la oposición entre el discurso verbal y el discurso gestual: acciones cotidianas y sencillas – por ejemplo barrer- cuando las palabras estallan en mil pedazos con una dureza casi infernal. Entre estos dos mundos opuestos un pequeño Pierrot, quizá porque aun siendo un mimo mudo su carita refleja tristeza y candidez, como alejando la dura realidad, que en cada intersticio, el texto dramático ha dejado expuesto. Solo con el profesionalismo de todo el grupo se puede exponer un tema tan difícil y, a la vez, dejar que el espectador disfrute del hecho teatral.







La noche del ángel de Furio Bordon. Traducción y adaptación: Federico Luppi. Elenco: Federico Luppi, Susana Hornos, Nehuen Zapata. Escenografía y vestuario: Nicolás Nanni. Iluminación: Adriana Antonutti. Música: Iván Nilson. Títere: Gustavo Garabito. Fotografía: Akira Patiño. Peinado: Néstor Burgos. Maquillaje: Estela Cáceres. Diseño gráfico: Sergio Calvo. Prensa: Marisol Cambre. Producción ejecutiva: Pablo Silva y Susana Hornos. Asistencia: Tony Chávez, Eliana Sánchez. Asistencia de dirección: Milagros Plaza Díaz. Dirección: Federico Luppi. Teatro: El Picadero.














Freud, Sigmund, 1997. “Sigmund Freud. Tomo XVIII. Buenos Aires: Editorial Losada.



Sanda, Roxana, 2008. “Así no” en Las 12, año 1, número 553, 14/11, página 13.










1 Estos conceptos Sigmund Freud los desarrolla en parte en su capítulo “Pegan a un niño. Aportación al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales” de 1919.  En el mismo todo el tiempo el padre del Psicoanálisis habla de “fantasía”  y de las tres fases sobre el particular que la fantasía desarrolla, además del convencimiento de la provocación de placer: “Pero el carácter esencial en que incluso las fantasías más sencillas de esta fase – la tercera- se diferencian de las de la primera y que establece su relación con la fase media es el siguiente: la fantasía es ahora el sustentáculo de una intensa excitación inequívocamente sexual, y provoca, como tal, la satisfacción onanista. (Freud, 1997, 2469)


2 En 1994 su obra Querido Elvis, querida Manis, ganó el premio Mejor pieza teatral del año otorgado por el Instituto de Teatro Italiano. Su pieza Las últimas lunas ha sido representada por prestigiosos actores como Marcelo Mastroiani en Italia o Jean Piat en París. A lo largo de su carrera ha recibido una multitud de premios internacionales. Además estuvo a cargo de la dirección del Teatro Stabile del Friuli Giulia y del Teatro Romano Festivl di Trieste.  (Gacetilla de mano)



3 “El abuso sexual infantil –que tiene en el calendario un día marcado, el 19 de noviembre, para alentar campañas en su contra- sigue teniendo un tratamiento desparejo en los Tribunales, donde no sólo suele ponerse en duda la palabra de niños y niñas, sino también se juzga y acusa a los profesionales que los asisten por exhibir “Fanatismo de Género” –una perla usada en mayúsculas por una agrupación de padres procesados- Niños y niñas siguen siendo rehenes” (copete, Sanda, 2008, 13) “La gravedad de la perversión que implica el abuso sexual está dada por su carácter reiterativo y por el secreto que impone el victimario a la niña, bajo la amenaza de que, si revela lo que ocurre, algo terrible sucederá”.





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