miércoles, septiembre 11, 2013

Antígona de Sófocles | Versión de Teatro físico | Por Yamil Ostróvsky



El mito conmovedor de Antígonas es (…), uno de los de mayor repercusión en el tiempo, tal vez porque los enfrentamientos entre las obligaciones primordiales que plantea la heroína y los deberes de coyuntura que opone Creón has sido uno de los conflictos persistentes en el mundo occidental.
(Perinelli, 2011: 82)

El teatro físico no es una disciplina tan habitual o conocida en nuestro campo cultural teatral, sin embargo, tiene una larga lista de teatristas que indagaron en sus posibilidades y en búsqueda de su origen podemos rastrearlo hasta la Antigüedad, donde los ritos teatrales de oriente y occidente lograban la transformación del cuerpo cotidiano, en cuerpo escénico no cotidiano. Un buen ejemplo de estas prácticas era la Comedia del Arte, manifestación físico-popular que hasta el día de hoy sigue dando productividad teatral desde sus procedimientos. Directores como Jacques Lecoq, Meyerhold, Artaud, Brecht, Grotowski, Brook, entre otros, comprendieron la importancia del cuerpo tanto como la palabra en el hecho escénico. El teatro físico está influenciado sobre todo por el teatro oriental y la danza contemporánea. Algunas de las cuales tienen en la escena de nuestro teatro gran proyección: Butoh, expresión que proviene de Japón, Mimo corporal de la mano del creador francés Étienne Decroux, los procedimientos del mimo en Lecoq, y todas las habilidades que propone como recurso legítimo, la acrobacia. Yamil Ostróvsky es director y docente de este estilo de teatro donde el proceso de producción aúna de manera diferente el soporte de la palabra, el texto dramático y el cuerpo del actor que se convierte en soporte material del cuerpo del otro, mientras este dice su parlamento,  es decir, se expresa verbalmente[1]. La acción comienza en apagón total con las voces en off, envolviendo al espectador con el drama que se va a suceder, luego la luz pasa a una penumbra que lentamente nos va introduciendo en la discusión entre Ismene y Antígona y su trágico origen y destino. Las actrices llevan adelante la intriga en una confrontación que se apoya en el diálogo y en el choque de los cuerpos que por momentos se entrelazan en una coreografía ajustada; mientras los personajes masculinos que serán Creonte y el mensajero construyen con los cuerpos un relato en perspectiva. En el espacio escénico, totalmente despojado y cuya iluminación es casi onírica, cada intérprete va otorgándole a la tragedia un ritmo muy actual. La eterna discusión entre los valores religiosos y los políticos se materializa en cada cuerpo, unión perfecta entre el bailarín / actor con su personaje. La obra clásica Antígona de Sófocles tiene una fuerte situación dramática y en esta puesta, en particular, está acentuada por la intensidad producto del movimiento. El teatro físico nos aproxima a la tragedia desde una energía interna, vivencial, más allá de la escritura poética del autor griego. Siguiendo a Matoso, “El lenguaje poético impregna el cuerpo como si éste fuera una partícula única, sintética, armónica, llena. El poema con su palabra llena, se hace metáfora del cuerpo”. (2008: 114) El espectador atento va siguiendo el agón[2]entre Antígonas y Creón como también al coro que en cada intervención construye un cuerpo coral y social. Con profesionalismo cada ejecutante dice su parlamento con el tono adecuado para el desarrollo trágico, mientras sus movimientos fluyen sin sobresaltos, con una plasticidad que parece escapar de la fuerza de gravedad. Esta estructura coreográfica propone un modo de representación especial, pues el movimiento originado desde el interior encuentra el punto de contacto, en el exterior, con el espectador y es acompañado, a su vez, por el discurso verbal. Pero sin subordinación del discurso corporal y es allí donde la obra encuentra su esencia, podemos percibir lo que expresan los personajes y la relación que éstos establecen entre sí. Porque en cada movimiento, en cada cuerpo se hace presente el lugar de representación, del ritual, y se entrama desde la vivencia imaginaria del cuerpo en relación con el otro y con el mundo ficcional, para así constituirse en un texto espectáculo con cierta autonomía del texto primero.








Antígona[3] de Teatro Físico de Yamil Ostróvsky. Elenco: Paula Guzzo, Julieta Moras, Pablo Goldberg y Leonardo Porfiri. Asesoría en lenguaje de señas: Ayelen Galatti. Diseño de vestuario: Mariana Seropian. Diseño de iluminación: Oscar Bonardi. Versión libre: Karina Mariani. Dirección general: Yamil Ostróvsky. Teatro: El Portón de Sánchez.













Matoso, Elina, 2008. “Poética-cuerpo-máscara”en
El cuerpo, territorio escénico. Buenos Aires: Letra Viva: 143-148.


Perinelli, Roberto, 2011.
Apuntes sobre la historia del teatro occidental. Buenos Aires: INTeatro: 79-86.






[1] “La profundización del manejo de esta estética teatral parte de la búsqueda del intérprete completo cuyo instrumento este preparado para cualquier necesidad expresiva y así amplificar y liberar sus posibilidades dramáticas. Emparentado con la búsqueda del teatro pobre donde con el instrumento indispensable del teatro: el intérprete, con su cuerpo despojado contenga todos los recursos expresivos necesarios para cualquier representación.”



[2] Perinelli define a agón como una contienda, disputa formal entre dos personajes  y en la que el coro, en general, actúa de juez (2011: 85)


[3] Si bien es Sófocles quien le dio el protagonismo total a Antígonas debemos recordar que Esquilo la presentó en la escena final de Los siete contra Tebas






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