lunes, octubre 07, 2013

Todo disfraz repugna a quien lo lleva | A partir de una selección de cuentos de Silvina Ocampo | Adaptación Alfredo Martín/Grupo Hipocampo


No conocen la felicidad de la venganza.
Me miro en un espejito;
desde que aprendía mirarme en los espejos,
nunca me vi tan linda.

(Silvina Ocampo, El sótano)


Silvina Ocampo es una exquisita narradora, no siempre reconocida como se debiera, es por eso, que llevar a la escena un conjunto de sus cuentos es ya un acontecimiento feliz. Su mundo nunca se propone llevarnos por una narración literal, realista o documental. Lo onírico, lo extraño, lo desmesurado forma parte de un universo en el que nos sumergimos fascinados y donde todo, sin embargo, nos parece absolutamente verosímil y cotidiano, hasta que la escritura desenvuelve el misterio de sus numerosas capas de profundidad y aquello común se vuelve oscuro y tenebroso. “Con su aire insidiosamente familiar, estos relatos deparan la vertiginosa experiencia del reconocimiento unido a la extrañeza.” (Pezzoni, 9) Las actrices del grupo Hipocampo, bajo la dirección de Alfredo Martín, conquistan ese universo de densidad absoluta, donde las palabras nunca dicen del todo, y donde lo no dicho tiene una tensión inquietante. “El sótano”, “Las fotografías”, “La boda”, “El asco” son algunos de los relatos que dejan correr la sucesión de acontecimientos en las voces de las actrices, que de insinuante a directivas pasan por todos los registros necesarios que el universo complejo requiere. Personajes femeninos de personalidad inquietante que ofrecen matices que construyen el mundo alucinante de la escritora, cuya presencia en el campo cultural de su época era la de un rara avis. Cada una a su tiempo y con un vestuario que recrea el imaginario de la lectura, las actrices en el cuerpo de sus criaturas, van contando en el espacio teatral con el cuerpo y la palabra el precioso continente literario, trasponiendo de un recorrido a otro la singularidad de un estilo que necesita como tiene en la puesta una mirada sesgada y profunda. Los flashes de Spirito  presente sólo en la voz de la narradora, que transmite en la descripción de la fiesta de Adriana su resentimiento hacia Humberta de una manera indirecta; le da así una especificidad diferente al relato, que nos distrae con la anécdota de los festejos y la situación de todos, con la muerte de Adrianita, cuando lo que quiere dejar en claro es que la que merecía ese cruel destino es otra. Por otra parte, cada personaje se expresa y se construye desde un discurso con peso específico propio. La venganza es uno de los temas que subyace a una lectura literal de la puesta, el otro es la soledad de todos, aún rodeados de gente, amiga o no; y por último, el destino cruel que toma diferentes formas y matices, que se esconde en la inocencia o la perversidad. Sola está la habitante del sótano, la amiga de Roberta cuando cumple un plan no premeditado por la envidia, pero consentido como un secreto validado por la amistad; sola está Adrianita con su enfermedad rodeada de gente que no puede ayudarla a vivir, o la novia en ese viaje de luna de miel, frustrada y frustrante. El uso del espacio tiene en la geografía de la sala Del borde un elemento que enriquece sus posibilidades; la escalera permite la entrada y salida a la extraescena, a ese mundo ocluido por el sótano. El vestuario con sus encajes y puntillas nos anclan en el mundo ficcional de Silvina Ocampo, un mundo suspendido pero a partir de la búsqueda de una belleza plástica, donde cada personaje femenino es una pieza irremplazable del puzzle dramático a partir de la poética de la escritora. Un tiempo que no nos pertenece pero las muy buenas actuaciones actualizan en un clima profundo y hermético, sólo dos personajes – del cuento “El sótano” y el narrador del cuento “Las fotografías”- parecen romper el espacio lúdico construido a partir de una corporalidad sumamente femenina. Cada actriz con sus desplazamientos, sus gestos y sus tonos ponen en escena una de las tantas miradas propias del universo de Silvina Ocampo1, otorgándole al hecho teatral una textura intensa. No es fácil, en la puesta hacer una relación directa con el texto primero, o mejor dicho con los diferentes textos primeros, pues el texto segundo se independiza y crea una obra poética en sí misma. La obra teatral construida sobre el lenguaje escrito de Ocampo se desdobla a partir de los distintos aportes de todo el grupo  de profesionales, apoyados en la investigación y en la pasión por el teatro.



Todo disfraz repugna a quien lo lleva a partir de una selección de cuentos de Silvina Ocampo. Adaptación: Alfredo Martín / Grupo Hipocampo. Elenco: Ana Paula Hartwig, Lucía Gómez Uriz, Florencia Horak, Yanina Florenzano, Loli Pérez Demaría; Mariana Grigioni y Victoria Rodriguez Montes; Vestuario: María Camila Fernández Polo; Escenografía: María Camila Fernández Polo y Grupo Hipocampo; Diseño Gráfico: Lailuka Multimedia; Iluminación: Alfredo Martín Fotografía: María Camila Fernandez Polo. Asistente de Dirección: María Julieta Prieto; Dirección General y Puesta en Escena: Alfredo Martín. Funciones: Domingos 20hs. Teatro Del Borde, Chile 630. Reservas 4300 6201.









Ocampo, Silvina, 1982. La furia y otros cuentos. Prólogo de Enrique Pezzoni. Madrid, España: Alianza Tres.









1
"Los personajes de Silvina Ocampo callan con gusto [...] y cuando escriben, es para crear otra oscuridad, para tramar una impostura; más aún: para confirmar el carácter de impostura de todo lo demás. Pero si la escritura aporta más sombra que luz, es justamente por la conciencia que ella tiene de esta sombra que cumple con su misión reveladora. [...] La fuerza de esta ferocidad sutil reside en su tranquilidad y su impasibilidad mismas, idénticas a las de los niños, al punto de no excluir una mirada limpia y una sonrisa ligera. Una ferocidad que jamás se separa de la inocencia: inocencia máscara de la ferocidad, o ferocidad máscara de la inocencia. [...] hay un mundo femenino en el cual Silvina Ocampo se desenvuelve como en un continente oculto, un laberinto de prisiones individuales que rodea y condiciona todo lo que parece simple y evidente en las relaciones humanas, prisiones que el egoísmo edifica alrededor de nosotros mismos. Italo Calvino” (1999:2) Silvina Ocampo. Cuentos completos I. Buenos Aires: Emecé.








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