miércoles, marzo 27, 2013
jueves, marzo 21, 2013
Entrevista | Seminario Marzo, Mujer y Memoria
1-¿Cómo
construyeron el colectivo que los une en este proyecto?
2-¿Cuál
es la trayectoria de cada uno de los grupos? Mujeres arte Tomar (MAT),
Movimiento no matarás, Mujeres con identidad, Las chicas de blanco.
Mujeres
de Artes Tomar
es un colectivo independiente de ideas, proyectos y acciones artísticas que
visibilizan problemáticas de género y resaltan la tarea de las mujeres
creadoras. Está integrado por más de 450 artistas adherentes del país y del
exterior.
Las
Chicas de Blanco,
es una compañía de Teatro independiente reconocida por sus espectáculos con
fuerte anclaje en la dramaturgia y actuación. Produce además,
intervenciones teatrales de distinto formato sobre las temáticas que las
conmueven, desde una perspectiva femenina, considerando al Teatro y al
Arte en general, una verdadera herramienta de transformación social.
El
Auditorio Kraft CCNV en su incansable pasión por la gente, abre sus
puertas al intercambio con otras organizaciones con quienes se une en arte y
pensamiento. Sito en Florida al 600, es un espacio lleno de historia donde
comienza a despertar un foco cultural con el objetivo de servir a la comunidad
y dar lugar al desarrollo de una nueva cultura.
El
movimiento No Mataras realiza en el Auditorio KraftCCNV el tercer
miércoles de cada mes, un concurrido Cine debate, se unió al ciclo con la
película Fragmentos de una búsqueda sobre el caso Marita Verón.
Mujeres
con Identidad,
con una vasta trayectoria de trabajos humanitarios en situaciones límites como
trata, abuso, violencia, etc., realiza desde hace varios años encuentros donde
se honra a mujeres que personifican en sus vidas la lucha y las
transformaciones colectivas.
3-Cuál
es la respuesta del público, su reacción en los debates, y si analizaron el
target de espectadores?
La
respuesta es muy conmovedora ya que el público acompaña tanto las propuestas de
espectáculos en sala como la acción callejera de la marcha de las escobas, la
presentación de documentales, libros, etc. En cuanto a los debates hay una
expectación activa y de intercambio a través de preguntas o comentarios sobre
lo escuchado. El target es heterogéneo ya que lo son así también las
propuestas.
4-
¿Sienten que hay una conciencia colectiva sobre los temas que abarca el ciclo,
a nivel ciudad y a nivel país?
Sentimos
en realidad que, si bien esa conciencia ha crecido en los últimos años, todavía
es débil y hay muchísimo por hacer en estas temáticas: visibilizarlas, ponerlas
en la agenda, darles prioridad y valor, denunciar, manifestarnos en contra de
toda violencia es nuestro aporte para que esa conciencia siga creciendo y se
fortalezca. Lo hacemos a través de nuestra herramienta, el arte, porque creemos
en su poder para la transformación social.
5-
¿Cuáles son las nuevas propuestas para el ciclo 2014, si es que ya pensaron en
ello?
Todavía
estamos transitando a pleno esta edición 2013 y con toda nuestra energía en
ello, pensaremos a partir de abril en 2014, seguramente incluyendo algún
espectáculo de danza para que se sume a todo lo que ya propone Marzo Mujer y
Memoria.
La noche del ángel de Furio Bordon
Tres personajes en un espacio escénico con un
diseño simbólico en su escenografía de la mano de Nicolás Nanni; láminas
colgadas como aves de vuelo detenido con dibujos de niños que presuponen, para
quien entienda, el abuso sobre ellos, un piso en damero que remite al juego de
ajedrez, a un movimiento de piezas, el que en el juego teatral cada personaje
hace para expresarse desde el dolor o el ocultamiento, avances y retrocesos, y
sobre todo la corona que en la mano y en su cabeza sostiene el padre, (Federico
Luppi); rey en el escenario como actor altamente reconocido, rey en su vida
privada donde es el centro del universo de su propia hija. La corona, elemento
que nunca abandona, porque dentro de su negación y cinismo permanente, el
personaje no deja que nadie le quite ese lugar central de dueño de la
situación. Es interesante como el dispositivo escénico refuerza la distancia
entre el padre y su hija, la delimitación espacial coloca a cada personaje en su
lugar, como los jugadores en su juego, cada uno sabe como moverse pero sin
atreverse a cruzar el espacio del otro. Por momentos, el silencio verbal y el silencio
visual dan un respiro al espectador, las fisuras en la relación familiar
parecen insuperables, demasiados ocultamientos detrás de cada máscara. En el centro
del espacio lúdico viejos trastos - una escoba con su pala, un cesto de basura,
cajas con recuerdos para tapar otros recuerdos- para negarle al espectador una
visión centralizada. La intriga que plantea Furio Bordon, es lineal en lo
aparente pero cava en el espectador un abismo al poner en acto y desde las
palabras muchas de las situaciones que viven los niños en su relación
asimétrica de poder con los adultos. El niño no tiene herramientas para imponer
su voluntad en contra de la de sus padres, familiares tan cercanos y
necesarios, que son como afirma el personaje del adolescente, (Nehuen Zapata)
aquellos únicos responsables de brindarle amor. La denuncia del dramaturgo
tiene la brillantez de exponer en un caso el de miles, y sobre todo en poner
blanco sobre negro, al dar cuenta de la cadena de abusos que se suceden de
generación en generación dentro de familias consideradas respetables. La
sexualidad infantil desde la perspectiva freudiana, es discutida por la hija,
(Susana Hornos) que necesita encontrar en la teoría científica una explicación
satisfactoria a su propia realidad. Acusa con el rencor que no puede sentir por
su padre, a un Freud1 cobarde que salva con sus
conceptos de la vergüenza a la familia burguesa en desmedro de la infancia,
pero que reconoce en privado una verdad que nadie quiere aceptar. Las cartas
develan en la intimidad del hombre, lo que la teoría oculta a los ojos del
mundo. Los abusos son ciertos, no hay recuerdo fingido, ni perversidad del niño
hacia el adulto. Bordon es un dramaturgo, director y novelista italiano, que ha
obtenido varios premios con sus obras2,
en esta además de la fuerte temática central, la discusión también pasa por la
función del teatro, denuncia o entretenimiento, es decir lugar de búsqueda de
la verdad, o nube de humo para distraernos – entretenernos de una realidad
dolorosa, arriba y abajo del escenario. El padre, actor, vive a través del
fuego de la escena la vida de otros, así se permite soslayar el drama que lo
envuelve en su pasado y en su presente; la hija que comienza siguiendo el
camino del padre, descubre su entera humanidad en la búsqueda incesante de la
revelación, por más dolorosa que ésta sea. En el medio de ambos, el ángel cuya
sensibilidad le impide aceptar el duelo y se aleja definitivamente de la arena
de representación. La temática de la violencia sobre los menores, de todo tipo,
que es más habitual de lo que solemos sospechar, atraviesa todas las instancias
y las capas sociales, y también tiene como marco un deficiente tratamiento de
parte de la justicia.3 Cada
personaje tiene una intensidad especial y los actores con ductilidad plantean
en escena, en determinados momentos, la oposición entre el discurso verbal y el
discurso gestual: acciones cotidianas y sencillas – por ejemplo barrer- cuando
las palabras estallan en mil pedazos con una dureza casi infernal. Entre estos
dos mundos opuestos un pequeño Pierrot, quizá porque aun siendo
un mimo mudo su carita refleja tristeza y candidez, como alejando la dura
realidad, que en cada intersticio, el texto dramático ha dejado expuesto. Solo
con el profesionalismo de todo el grupo se puede exponer un tema tan difícil y,
a la vez, dejar que el espectador disfrute del hecho teatral.
La
noche del ángel de Furio Bordon. Traducción y adaptación: Federico Luppi.
Elenco: Federico Luppi, Susana Hornos, Nehuen Zapata. Escenografía y vestuario:
Nicolás Nanni. Iluminación: Adriana Antonutti. Música: Iván Nilson. Títere:
Gustavo Garabito. Fotografía: Akira Patiño. Peinado: Néstor Burgos. Maquillaje:
Estela Cáceres. Diseño gráfico: Sergio Calvo. Prensa: Marisol Cambre.
Producción ejecutiva: Pablo Silva y Susana Hornos. Asistencia: Tony Chávez,
Eliana Sánchez. Asistencia de dirección: Milagros Plaza Díaz. Dirección:
Federico Luppi. Teatro: El Picadero.
Freud, Sigmund, 1997. “Sigmund Freud. Tomo XVIII.
Buenos Aires: Editorial Losada.
Sanda, Roxana, 2008. “Así no” en Las 12, año 1, número 553, 14/11, página
13.
1
Estos conceptos Sigmund Freud los desarrolla en parte en su capítulo “Pegan a
un niño. Aportación al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales”
de 1919. En el mismo todo el tiempo el
padre del Psicoanálisis habla de “fantasía”
y de las tres fases sobre el particular que la fantasía desarrolla,
además del convencimiento de la provocación de placer: “Pero el carácter
esencial en que incluso las fantasías más sencillas de esta fase – la tercera-
se diferencian de las de la primera y que establece su relación con la fase
media es el siguiente: la fantasía es ahora el sustentáculo de una intensa
excitación inequívocamente sexual, y provoca, como tal, la satisfacción
onanista. (Freud, 1997, 2469)
2
En 1994 su obra Querido Elvis, querida Manis, ganó el premio Mejor pieza teatral
del año otorgado por el Instituto de Teatro Italiano. Su pieza Las últimas lunas ha sido representada
por prestigiosos actores como Marcelo Mastroiani en Italia o Jean Piat en
París. A lo largo de su carrera ha recibido una multitud de premios
internacionales. Además estuvo a cargo de la dirección del Teatro Stabile del
Friuli Giulia y del Teatro Romano Festivl di Trieste. (Gacetilla de mano)
3
“El abuso sexual infantil –que tiene
en el calendario un día marcado, el 19 de noviembre, para alentar campañas en
su contra- sigue teniendo un tratamiento desparejo en los Tribunales, donde no
sólo suele ponerse en duda la palabra de niños y niñas, sino también se juzga y
acusa a los profesionales que los asisten por exhibir “Fanatismo de Género”
–una perla usada en mayúsculas por una agrupación de padres procesados- Niños y
niñas siguen siendo rehenes” (copete, Sanda, 2008, 13) “La gravedad de la
perversión que implica el abuso sexual está dada por su carácter reiterativo y
por el secreto que impone el victimario a la niña, bajo la amenaza de que, si
revela lo que ocurre, algo terrible sucederá”.
Abulia de Pablo Bellocchio
La puesta de la
pieza de Bellocchio que se presenta en la sala del teatro El Fino utiliza, con
acierto, el ventanal de la misma formado por vitrales, para dar naturalidad al
espacio de un hospital y su estructura antigua. Las sillas de plástico que son
la antítesis de la sofisticación y elegancia que señala la aparición de los
vidrios esmaltados, dan cuenta de la paradoja del estado de la salud pública; donde
nada se recompone de fondo, desde la raíz de los problemas sino donde el
emparche, la modernización de elementos en solitario, es una constante. Un
segundo espacio que sitúa al personaje de la profesional de la medicina, se
mantiene en penumbras: una camilla desprovista, papeles con informes médicos
que se van llenando como única actividad. La Abulia comienza ya desde ahí en ese escenario que
se niega a cambiar que no tiene la voluntad suficiente que requiere la
transformación. En ese locus donde el tiempo parece detenido por la inercia de
sus ocupantes, cuatro pacientes, cada uno con su problemática y su dolor,
esperan la atención de un quinto personaje, la médica de guardia, que también
atravesada por la falta de fuerzas o porque está de alguna manera utilizando a
las personas como conejos de indias en un laboratorio, es testigo de la
desesperación que se produce en ese sala, que ella misma con su negación a
ejercer su trabajo provoca. Bellocchio da cuenta de la textura dramática a
partir de soliloquios y diálogos cada vez más cargados de una violencia que la
propia impotencia desborda. Ante la falta de respuesta de aquel que debe darla,
una relación asimétrica de poder se establece y la falta de voluntad despliega
una furia que se descarga sobre el más débil. ¿Hiperrealismo, grotesco siglo
XXI? Como en una cámara Gesell, los personajes son vistos desplegar una
subjetividad que se expresa en la lucha cuerpo a cuerpo entre pares, enfermos
contra enfermos, pobres contra pobres, todos contra todos; una metáfora de los
pliegues perversos del poder. La referencialidad de las acciones hace que el
espectador se sienta incómodo, ¿quién no estuvo alguna vez en una sala de
urgencias de un hospital, esperando en un tiempo que parecía eterno e
indefinido? ¿Quién no se sintió manoseado, expulsado del sistema cuando desde
una silla de esa sala, solo ante su problema, parecía recibir una respuesta
indiferente? Pero también, la descarga de la médica de guardia tiene una
referencialidad que alarma, en soledad para todo, recibiendo pacientes que no
siempre necesitan de una atención inmediata, con una carga horaria infame, y
una retribución aún peor, se siente humillada y explota esa sensación en el
mínimo poder que le ofrece el lugar, su puesto, los conocimientos que le aportan
su título y la complicidad de un tiempo detenido. Las acciones pasan de la
violencia de las palabras a los gestos para luego convertirse en físicas, sin
filtro ninguno. La impotencia, la abulia que envuelve a los pacientes es
también una metáfora de nuestro escaso poder de reacción cuando de exigir
derechos se trata. Los personajes, seres quebrados por su propia historia
personal, no aciertan a convertirse en protagonistas de una secuencia colectiva
con éxito. En el texto de Bellocchio todos los factores que utiliza aquel que
ejerce el poder quedan al descubierto, inclusive el divide para reinar, cuando
la profesional asegura que elijan a quien, porque ella sólo va a atender a uno
de ellos. O su contrario cuando afirma que hay un orden, turnos que respetar, y
que ella va a ser rigurosa en ese sentido. La dirección llevada adelante por el
propio autor, logra que los actores construyan el clima requerido por lo
narrado, (el juego de luces también cumple una función interesante en ese
sentido), y que como espectador tengamos también la sensación de que el tiempo
no corre, inmersos en ese no ser que se propone. Abulia es un texto interesante, que expone las contradicciones de
una sociedad que deja pasar por costumbre la inoperancia de las cosas, y que
como en el grotesco criollo de comienzos del siglo XX señala los
enfrentamientos de quienes deberían actuar unidos, y que sin embargo entre el
ser y el parecer llevan sobre sus rostros las máscaras1
sociales con las que ocultan su falta de voluntad.
Abulia de Pablo Bellocchio.
Elenco: Jimena
López, Malena
López, Ana
Pepe, Nicolás
Salischiker, Marisol
Scagni Vestuario:
Mora
Montemurro. Escenografía:
Remy
Villalba. Diseño
de maquillaje: Ana Pepe. Fotografía: Mauro
Montagna Diseño
gráfico: Rodrigo
Bianco. Asistencia
de dirección: Luciana
Bande Prensa:
Tehagolaprensa.
Dirección general: Pablo
Bellocchio.
1 El personaje masculino aparenta ser lo que no es, lleva delante de sus compañeras de espera una actitud que encubre sus falencias y su angustia, y que como en el grotesco es el personaje de la médica de guardia quien finalmente hace caer su máscara y revelar una verdad que intenta ocultar. Otro procedimiento que también es trabajado por el grotesco, es la falta de comunicación real y el enfrentamiento generacional que aparece en el personaje de Jimena López.
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